18 de octubre de 2011

La Coca-Cola, el pellejaso y el niño

Cada uno cuenta la película como la vive. Eso es lo que me pasó a mí el sábado pasado. Ante lo resbaladizo del pavimento del Gadir la solución se antojaba extrañamente sencilla después de tantos años de ir patinando por ella: echarse Coca-Cola en las suelas de los zapatos! Claro! Así, tras unos momentos de secado, estaríamos tan pegajosos que, cual spidermans caleteros, podríamos hasta trepar por las paredes. En el descanso Emilio y yo salimos un segundo fuera del pabellón para probarlo y casi me pierdo el arranque de la segunda parte por ello. Los efectos fueron inmediatos: agarre, seguridad, desborde, cambios de dirección y de ritmo... qué maravilla! Pero fue una ilusión momentánea...
Pasados unos minutos de euforia cocacolera el pavimento volvía a sentirse desgastado bajo mis pies. Me interné por la banda persiguiendo un balón largo, puse todo mi empeño en pegarle a la pelota y recibí una "suave" (fíjense en las comillas) carga lateral por parte de un rival. He aquí el pellejaso. Sin tiempo para asimilar la fuerza del desplazamiento lateral mi cuerpo entró en fase de libre albedrío justo antes de caer al suelo sin el más mínimo control. Resultado: impacto con el lado izquierdo del cuerpo en el suelo, hombro, tobillo y, sobre todo, cadera contusionados (y hoy día amoratados). "Qué mal he caío!", ademá de verdá picha!...
Ya terminado el choque con gran regocijo por lo bien que lo habíamos hecho llegó el momento del niño. Diego me comentaba que la semana que viene estaría disponible, que contásemos con él tras su lesión en el dedo. El chaval que le acompañaba, sabio como el que más, apostilló: "este tío suplente"... tres palabras que aún retumban en mi cabeza, jejeje! Arte...mucho arte! 
ESE FENIX OEEEEE!!!!

La cocacola, la cocacola, la cocacó...laaaaaaaaaaaaaaa!!!

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